Ansío transitar largas calles, apaciblemente largas, que no tengan final, que se unan con su principio. Quiero transitar calles de callado ocultamiento y someter su distancia al aire encogido que voy respirando y derramando.
De puntillas, con un escuálido temblor y las manos tras mi cabeza, necesito recorrer la infinitud de las calles que entre el amianto y la impostura de un vahído se exhalan, se completan, se disgregan y se disipan.
Caminar roturando lágrimas. Enmohecerse de pánico. Enloquecer de distancia y camino para no encontrar nada…absolutamente nada.
Y ver cómo los testamentos de las calles azules, blancas, oscuras, inacabadas, se despilfarran, corretean por mis estirados brazos, nacen y mueren en un instante, mientras llaman con sus grandilocuentes nudillos a todas las viejas puertas que van encontrando a su paso. Y no existe nadie. O nadie quiere abrir.
Caminar por largas calles mientras voy asfaltando una criatura incólume en mi regazo deforme;mientras negocio con la muerte un pedazo de su longevidad, fría y humillante, para poder espaciar espasmos de existencia sin testamentos.
Y durante el tránsito se pasean enloquecidamente inmensas bocanadas de humo con rudo sabor a roble, se genuflexionan batientes brazos heridos buscando escorzos de sombras abortadas, se encalla en un grito un postizo velero donde anidan y perforan angustias sin sutura;se derrite y se lesiona un beso que no encuentra ninguna mejilla.
¡Y no respira el aire! ¡Y no alumbra la viscosa lluvia! ¡Y desaparecen, cual silencios, los cielos, los mares, las lunas, los universos y el roble quemado y su rudo sabor!
Voy paseando la calle por donde trota la vida a golpes de mentiras y gemidos. Y no encuentro aquella silueta que me parpadeaba a cada movimiento de cabeza. ¿Es un acertijo? No, es una salada lágrima disfrazada de músculo y voluntad. Es vértigo por no querer llegar. Es rabia hechicera de sentarme entre la vida y la muerte y negociar tránsitos de no sé cuanto tiempo ni cuánto encantamiento.
Necesito el aire quejicoso de la calle infinita. Necesito alzarme fuertemente sobre mis piernas y negar…negar, mientras camino, que he caído, que he sucumbido.
Larga calle de silueta parpadeante, prisionera de estigmas en su calzada, de la viscosa lluvia y el roble quemado. Infinita calle que me permite cincelar las viejas estrías de mi corazón al son de mágicas canciones que interpretan como un quejido las viejas puertas que voy abriendo con ternura desmedida.
Calle larga, infinita, azul, oscura, pálida, ebria de soledad, por donde mis pasos vuelven a encaminarse para quererte, amarte y dibujarte como ya lo hacía en los primeros años de mi vida
(texto recuperado/ escrito tras mi intervención quirúrgica 2008)
14 comentarios:
No sé si alguien te lo habrá dicho ya, pero por si acaso, te lo digo yo: escribes con mucha alma, Felipe.
Gracias por alegrarme esta mañana, que se presenta tan larga, con tus calles interminables.
Buen lunes a tí también.
Totalmente de acuerdo con Nana...escribes con el corazón. Me ha gustado mucho. Besos y feliz lunes
Pues es un texto magnífico a la par que sincero. Buen Lunes, Felipe.
Si a Nana Nicotina le has alegrado la mañana, a mi se me antoja otoñal, casi apagada. Llueve, a chaparrones, en la calle. No se encuentra una mirada.
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Un abrazo.
Eres un artista, si después de una intervención te quedan fuerzas para plasmar con este estilo todos estos sentimientos es porque lo llevas bien adentro.
Saludos.
Cuando lo escribiste te salió del corazón, se nota Felipe, me ha gustado mucho, como todo lo que escribes, eres un poeta.Petonets.
Magnífico Felipe, me gustó mucho.
Bicos
Y a mi, en alguna parte, me recordó el destierro del Cid (cerrado está el mesón a piedra y lodo, nadie responde al pomo de la espada)...pero cuando Machado cree que es demasiado duro, aparece la luz, aparece la esperanza, aparece la vida(una voz pura de plata y de cristal, responde: hay una niña muy débil y muy blanca en el umbral).
Cuando era niña y tenía que estudiarlo, me recreaba en "oro pálido nimba su carita"...era encontrar un angel en el infierno.
En todos los infiernos hay un ángel.
Felipe que bello escribes, las palabras te salen del alma, espero que tengas un hermoso dia
abrazos para ti.. bay
Enhorabuena, Felipe, por el texto. Para mí, pasear por la calle es un momento de reflexión, de meditación, observación y sosiego. Me gusta pasear solo entre las calles de mi ciudad, entre su gente, me inspira.
Un abrazo
Amigo, mal tuviste que verte durante esa intervencion, para escribir esa belleza, y...(te lo digo por propia experiencia).
Es un placer enorme leer la vida en unas letras escritas sobre un papel.
Doy gracias al destino por sacarte de aquel trance y permitir que te hayamos conocido.
Un abrazo.
Salud y felicidad
De él se deduce las ganas que tenías de volver a disfrutar de la vida.
Intimo texto, casi una confesión.
Un abrazo.
Seguro que escribir esto te ayudó bastante para superar la crisis de la intervención quirúrgica, se nota un gran desahogo plasmado de manera delicada y armoniosa.
Un saludo.
Precioso texto ,se ven ganas de tirar hacia delante,escribes de lujo ,saludos.
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